Free cookie consent management tool by TermsFeed
Top

PSICOLOGIA Y ENTRENAMIENTO

La determinación importa

“Había una vez dos ranas que cayeron en un recipiente de nata.

Inmediatamente se dieron cuenta de que se hundían: era imposible nadar o flotar demasiado tiempo en esa masa espesa como arenas movedizas. Al principio, las dos ranas patalearon en la nata para llegar al borde del recipiente. Pero era inútil; sólo conseguían chapotear en el mismo lugar y hundirse. Sentían que cada vez era más difícil salir a la superficie y respirar.

Una de ellas dijo en voz alta: – “No puedo más. Es imposible salir de aquí. En esta materia no se puede nadar. Ya que voy a morir, no veo por qué prolongar este sufrimiento. No entiendo qué sentido tiene morir agotada por un esfuerzo estéril”. Dicho esto, dejó de patalear y se hundió con rapidez, siendo literalmente tragada por el espeso líquido blanco.

La otra rana, más persistente o quizás más tozuda se dijo: – “¡No hay manera! Nada se puede hacer para avanzar en esta cosa. Sin embargo, aunque se acerque la muerte, prefiero luchar hasta mí último aliento. No quiero morir ni un segundo antes de que llegue mi hora”. Siguió pataleando y chapoteando siempre en el mismo lugar, sin avanzar ni un centímetro, durante horas y horas. De pronto, de tanto patalear y batir las ancas, agitar y patalear, la nata se convirtió en mantequilla. Sorprendida, la rana dio un salto y, patinando, llegó hasta el borde del recipiente. Desde allí, pudo regresar a casa croando alegremente”.

 

Esta fábula es una ilustración de lo que la psicología del deporte puede aportar a cualquier persona que busque conseguir ciertos rendimientos o logros, ya sean grandes o pequeños. Como rama específica de la psicología trata de arrojar luz sobre aquellas variables presentes en la práctica de una disciplina y que de un modo u otro nos permiten mejorar.

¿Cómo te puede ayudar la psicología del deporte?

Dentro de estas variables encontramos:

  1. Motivación: Es el motor de nuestras conductas y propósitos. Nos permite elegir desde qué vamos a cenar hasta levantarnos del sofá para dar un giro a nuestra vida. Desde la psicología positiva se introducen los conceptos de significado, sentido y propósito vital que acompañan estrechamente a la motivación, fortaleciéndola y haciéndola más duradera y efectiva. Que aquellas metas que nos motivan tengan un propósito y un sentido vital harán que tendamos más a cumplirlas.

 

  1. Confianza: A veces, no hay mayores barreras que las que nos ponemos antes de comenzar una andadura. Disipar las dudas sobre nuestras capacidades hace que podamos centrarnos en nuestra meta y no en si llegaremos a ella o no. Percibirnos como válidos y, sentir que los demás nos perciben así, influye directamente en la consecución de nuestros objetivos y metas. La profecía autocumplida (lo que yo pienso y siento tiene efectos en la realidad) funciona tanto para las cosas buenas como para las malas.

 

  1. Concentración: Las personas tenemos recursos limitados. Piensa en un ordenador que tiene una determinada memoria: cuantas más ventanas y programas tenga abiertos, más lento irá. Del mismo modo, si necesitamos rendir en alguna prueba o ejercicio, necesitaremos también poder dedicar todos nuestros recursos a esa tarea y nada más. Por fortuna esto se puede entrenar a través de técnicas como la atención plena.

 

  1. Gestión de estrés: De cara a competir u obtener un rendimiento en una prueba, tan importante es la preparación física como la mental. En el momento de la verdad, donde te la juegas a todo o nada, el estrés y la presión pueden ser muy grandes. De no aprender a gestionarla, jugarán en nuestra contra casi con total seguridad.

La tríada pensamiento-emoción-conducta.

Desde hace varias décadas se habla de la relación entre pensamientos, sentimientos y acciones. Tres conceptos que están relacionados unos con otros:

  • Unas veces, lo que piensas te hace sentir de un modo determinado y condiciona lo que haces. Por ejemplo, si piensas que no puedes batir tu marca desde luego no te hará sentir bien, lo que probablemente bajará tu rendimiento.

Sin embargo no siempre empezamos con una idea:

  • Otras veces lo primero que viene es un sentimiento, que desencadena una idea que da lugar a una acción: Imagina que escuchas a alguien hablar sobre lo que le supuso una lesión en la rodilla. En ese momento sientes miedo y casi sin saberlo comienza dentro de ti otra cadena que hará que pienses en lo importante que es entrenar de manera segura y actúes en consecuencia.

Hasta aquí hemos visto cómo lo que pensamos y lo que sentimos activa o inhibe lo que hacemos. Pero por último encontramos que también ocurre en sentido opuesto, esto es:

  • Lo que hacemos también influye en cómo nos sentimos y en qué pensamos: El más sencillo ejemplo es sonreir. Si lo hacemos durante un tiempo, aunque no estemos especialmente contentos, nuestras redes neuronales relacionadas con la alegría comenzarán a activarse. Sentiremos y pensaremos cosas más felices pidiéndole al cuerpo un pequeño esfuerzo. Otro ejemplo quizás te suene: Ese día que el sofá se vuelve tan cómodo que hace que el tiempo se te eche encima y no bajes al gimnasio ¿Cómo te has sentido después? ¿Qué has pensado de ti al meterte en la cama? Hacer, o no hacer algo, también activa esta cadena.

Para poder trabajar esto, es importante ponerse en manos profesionales y cualificadas que puedan realizar una valoración personalizada. Solo así se sabrán cuales son las necesidades de cada persona y los planes e intervenciones que más se ajustan.

Nara Psicología.

www.narapsicologia.es

 

Abrir chat
¿Dudas? Escríbenos por WhatsApp
Hola
¿En qué podemos ayudarte?